¿Cómo evitar el fracaso de una fusión?

Ten en cuenta a los accionistas

Por muy armonioso que sea el objetivo final, una fusión, en sí misma, es un acto de disrupción. Una corriente de cambio fluye a través del entorno de las organizaciones: surgen nuevas funciones y responsabilidades de gestión, una nueva cultura, nuevas competencias, nuevos clientes y, en muchas ocasiones, nuevas propuestas de marca y valor.

Toda esta turbulencia comienza como una ambición tranquila y controlada, diseñada por pocos, pero al servicio de muchos. Pero una vez se expresa el consentimiento, los arquitectos y responsables del cambio se ponen a trabajar. El accionista es a menudo el último constituyente de una fusión que tiene voz y voto; su aprobación ha sido históricamente un ejercicio automático que confirma el sentimiento de los directivos, abogados, reguladores y medios de comunicación.

Sin embargo, los accionistas no son una mayoría silenciosa, ni son impotentes: existen ejemplos de accionistas que han influido cuando finalmente se les ha invitado a la mesa. Las empresas deben tener en cuenta esta fuerza de influencia en la evaluación y construcción de las fusiones. Es necesario comprender mejor cómo se invita, informa e integra a estos constituyentes a lo largo del proceso de cambio.

¿Cómo integrar a los accionistas en un proceso de M&A?